por María Elena Lucero* (UNR)
La artista argentina Marta Minujín tuvo un destacado rol durante la década del 60 en el Centro de Artes Visuales del célebre Instituto Torcuato Di Tella de Buenos Aires, Argentina. En 1964 Revuélquese y viva (Figura 1), obra de su autoría, recibió el Premio Nacional Di Tella. Estos colchones de tela rayados incitaban al espectador a sumergirse en ellos, tornándose la práctica artística un ejercicio sensorial. La obra como artefacto se convierte en un estímulo visual de contextura volumétrica que, en sincronía con las manifestaciones plásticas sesentistas desarrolladas a partir de las ambientaciones, enfatizaba la creciente inscripción del objeto artístico en el espacio[1].

Bajo el exhaustivo guión curatorial de María José Herrera, en el año 2008 se presentó en la Fundación OSDE La consagración de la primavera, una convocatoria que reunió a un nutrido y diverso grupo de artistas del Di Tella relacionados con aquella vertiente estética más ligada al pop art. En esa ocasión se exhibió una reconstrucción de Revuélquese y viva (Fig. 2), respetándose el entramado de formaciones irregulares elaboradas pero realizado con textiles nuevos. Caracterizada por un cromatismo saturado, y tras 44 años de su creación, la obra seguía rememorando el carácter festivo, lúdico y vivaz que la identificó por entonces, un semblante que emparentó el trabajo de Minujín con aspectos destacados del pop internacional. Los colchones provocaban diversas lecturas que abarcaron desde su localización como mercancía trivial en el plano comercial hasta la percepción de una exultante configuración icónica, una parva multicolor atractiva en lo visual y en lo táctil, y de no ser por las prohibiciones de la custodia institucional seguramente el público asistente se hubiese zambullido en su interior.

Al año siguiente en 2009 se celebro la 18º edición de ArteBA Feria de Arte Contemporáneo, con la presencia de numerosos países organizados en 69 stands[2]. En el transcurso del evento Marta Minujín reconstruyó la Soft Gallery (Fig. 3 y 4), una estructura de colchones blancos (luego donados a los Hospitales Elizalde y Ricardo Gutiérrez) que funcionó como hábitat efímero invitando al juego, al esparcimiento y a la libertad corporal. En la misma feria Arte BA 2009 otros los colchones integraron la trastienda de la conocida galería porteña Braga Menéndez (Fig. 5).
Anteriormente en 1973 Minujín emplazó una Soft Gallery en Washington DC invitada por Harold Rivikin Gallery, donde trabajó junto a Richard Squires utilizando los colchones de un hotel en el cual se había perpetrado un asesinato triple. Ese mismo año, la presentó en un evento multidisciplinar junto a las performances de Carolee Schneemann y del grupo Fluxus. En 2000 la artista exhibió la instalación blanda en Vivências. Life Experience en Viena, junto a los trabajos de Hélio Oiticica, Lygia Clark, Alberto Greco, David Lamelas, Lea Lublin, Ana Mendieta y Cildo Meireles[3].
Más allá de versiones más actuales de la Soft Gallery, como la del MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires) en la retrospectiva de la artista en noviembre del 2010, o de la inclusión de algunas de estas producciones en International Pop tanto en el Dallas Museum of Art de Dallas como en el Walker Art Center de Minneápolis de 2015[4], o en la reciente Transmissions: Art in Eastern Europe and Latin America, 1960–1980 celebrada en el MoMA desde setiembre de 2015 a enero de 2016, propongo leer a estos objetos como artefactos que generan diferentes visualidades y tramas de significación que interactúan entre sí.
En principio, el término artefacto designa algún tipo de aparato o máquina (el cual, siguiendo a la propia palabra, estaría “hecho con arte”) o bien un producto o dispositivo material que desempeña una función en el plano tecnológico, cultural o social. A partir de la incorporación de elementos banales y de uso cotidiano en la obra artística, como lo anunció el ready made duchampiano o los collages dadaístas, la idea de artefacto impregna el campo del arte desdibujando los límites entre la pura y desinteresada creación, el objeto encontrado e intervenido y la elaboración industrial. En el caso de los colchones iniciales de Revuélquese y viva de 1964 el empleo de lonas sintéticas de colores nos remiten por un lado al imaginario visual que refiere a elementos domésticos como toldos, almohadones, cortinados, sillas playeras o carpas, por otro y tal como lo imprime el mismo título, a la invitación a usufructuar un objeto que nos puede procurar placer y sobre todo, evocación de vida y acción dinámica. En las reconstrucciones del 2008, las asociaciones con el perfil comercial se potencian, ya que los colchones se presentan como referencias de esa primera obra que a su vez se cimientan en la pregnancia de los tintes saturados y brillantes. La Soft Gallery presentada en ArteBA 2009 se instituye como recordatorio del planteo del 1973, incluyendo insumos comerciales y fabricados de venta pública (sin intervención de la artista) y además flamantes, blancos e impecables (a diferencia del trágico sentido que identificó a los objetos de Harold Rivikin Gallery, donde subyacía un trágico historial de crímenes).
En los Estudios Visuales la noción de artefacto instala una discusión extensa e inexplorada que incluye las diferentes tipologías de objetos, cosas, producciones culturales, etc. De estas entidades físicas se desprenden una serie de observaciones vinculadas a sus mismos contextos, ligadas a determinados significados. Los objetos que nos rodean, según Mieke Bal (2004), adquieren una existencia definida gracias a su nivel de visibilidad, la cual despliega una secuencia de vínculos y procesos de intercambios con otros constituyentes sociales. Pero ¿qué sucede cuando el objeto-artefacto se adosa a la mercancía? Desde su perspectiva teórica y considerando la continua itinerancia de los objetos en los circuitos culturales, Arjun Appadurai (1991) ha distinguido (y separado) la mercancía de los bienes, productos o artefactos. En ese sentido la mercancía depende inexorablemente de la esfera comercial, a diferencia de las demás manifestaciones materiales. Podríamos debatir si, efectivamente, en el caso de los colchones de Marta Minujín, los objetos artísticos (originales o reconstruidos) se instituyen como artefactos que en ciertos enunciados visuales (puntualmente en las versiones de la Soft Gallery) apelan a la mercancía misma para constituirse, figurarse y resignificarse.
Referencias bibliográficas:
Appadurai, Arjun (1991). La vida social de las cosas. Perspectiva cultural de las mercancías. México: Grijalbo.
Bal, Mieke (2004) “El esencialismo visual y el objeto de los estudios visuales”. En La polémica sobre el objeto de los Estudios Visuales, # 2. Murcia: CENDEAC, pp. 11-50.
*María Elena Lucero es Doctora en Humanidades y Artes por la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Profesora investigadora, Titular de Seminario de Arte Latinoamericano, de Problemática del Arte Latinoamericano del Siglo XX y dictante de Problemáticas del Arte Contemporáneo en la Maestría en Educación Artística, UNR. Miembro fundador de la ReVLat.
Notas
[1] Esta vía experiencial iniciada por Minujín se complejiza en la elaboración grupal de La Menesunda en 1965, junto a Rubén Santantonín, Pablo Suárez, David Lamelas, Rodolfo Prayón y Floreal Amor. En el 2015 se realización una recreación de esta mítica ambientación en el MAMBA (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires) bajo el nombre de La Menesunda según Marta Minújin, véase la nota de Marcelo Gutman en http://www.artishock.cl/2015/10/13/la-menesunda-segun-marta-minujin-50-anos-despues/
[2] En ArteBA 2009 participaron galerías de Chile (Animal, AFA, Ana María Stagno, Die Ecke, Florencia Loewenthal, Moro e Isabel Animat), Venezuela (Henrique Faría Fine Art/ Faría Fábregas), Colombia (Sextante), Uruguay (Sur y Del Paseo), Brasil (Baró Cruz, Artur Fidalgo, Almacén Galería, Murilo Castro y Valu Oría), Estados Unidos (Alejandra Von Hartz), España (Blanca Soto, Sicart y Fernando Pradilla) y Argentina (Braga Menéndez, Daniel Maman, Ruth Benzacar, Elsi del Río, Del Infinito, Dabbah Torrejón, Rubbers, Vasari, Zabaleta Lab, Vía Margutta, GC Estudio de Arte, entre muchas otras). Se sumó el Barrio Joven Chandon con 19 espacios vinculados a la producción emergente nacional e internacional. Con un Comité de selección presidido por el curador rosarino Fernando Farina, la presencia argentina provenía de Capital Federal y de otras ciudades del país. En el Auditorio de la Feria se programaron conferencias bajo la supervisión de Andrea Giunta, bajo la consigna Museos y Coleccionismo ante el desafío del Bicentenario. Participaron investigadores como Graciela de la Torre, Beverly Adams, Gabriel Pérez Barreiro, Julieta González y Tatiana Cuevas, entre otros. Simultáneamente se presentaron: la Trienal de Chile 2009, a realizarse en octubre y diciembre en las ciudades de Iquique, Valparaíso, Santiago de Chile, Concepción, Antofagasta, Temuco y Valdivia, con la curaduría de Ticio Escobar acompañado por Nelly Richard, Adriana Almada, Justo Pastor Mellado Gustavo Buntinx, Gustavo Peluffo Linari y Roberto Amigo, entre otros colaboradores, y la 7º Bienal do Mercosul en Porto Alegre, Brasil, titulada Grito e Escuta, con Victoria Noorthoorn y Camilo Yañez como curadores.
[3] Más tarde se recreó la obra en el MOCA (Museum of Contemporary Art) de Los Ángeles en 2007, en el MoMA (Museum of Modern Art) de New York y en Vancouver Art Gallery en 2008.
[4] A partir de febrero la exposición se trasladó al Philadelphia Museum of Art.